miércoles, 27 de octubre de 2010

Mi Grupo - Trámites administrativos

(Creo que mi concepto de mañana está un poco trastocado...)

Tras descansar en la posada por la noche, los aventureros se disponían a partir hacia la ciudad, cuando Orloff (el tabernero) les interrumpió. - Chicos, tengo un cadáver en mi nevera, habíais acordado llevarlo al cementerio cuando os dirigierais la ciudad. - Y cierto era, cuando los bandidos habían atacado la posada habían matado a un cliente, que resultó ser un comerciante algo importante de Selivar, y el grupo había accedido a llevarlo al cementerio para que allí se le diese sepultura y sus familiares supieran qué había ocurrido. Al no tener medio de transporte adecuado para llevar el cuerpo el enano les dejó un carro y un caballo.

Y se fueron al encuentro con el nigromante, se encontraron con el mismo hombre, pero ataviado con una gruesa capa de piel y ropaje de cuero, no había rastro de su túnica negra, iba en un carro cargado lleno de especies y otros componentes naturales, de esa forma se hacía pasar por un simple comerciante. Pusieron rumbo a Selivar, el cementerio se encontraba a las puertas de la ciudad y hasta allí fueron, mientras que tres de los aventureros entraban con el carro hacia la casa del enterrador, el resto se quedaban a la entrada esperando, incluido el nigromante. Querían dejar el cadáver allí y desentenderse, pero el hombre que se encargaba del cementerio les dijo que no podían hacer eso, que necesitaba una autorización administrativa firmada por la familia para poder darle sepultura, debían acudir al edificio administrativo (sitiado en el centro de la ciudad) y pedir el impreso, para ello debían presentar un documento que el enterrador les proporcionó, el cadáver podía quedarse allí mientras hacían las gestiones.

Mientras la conversación entre el drow y el sepulturero tenía lugar, el nigromante que se quedó a la entrada del cementerio, empezó a sentirse extraño, un cosquilleo recorría su cuerpo al pisar las tierras del cementerio, se agachó cogió un puñado en su mano y la examinó con atención, sus ojos se abrieron como platos, se acercó a su carro y extrajo un vial vacío en el que vertió un líquido transparente y añadió un terrón de la tierra del cementerio, inmediatamente el líquido se volvió azul brillante, confirmando de esta forma sus sospechas.

Cuando al grupo regresan los que fueron a hablar con el sepulturero, el nigromante les comenta sus sospechas y averiguaciones, les dice, mostrando el vial con el líquido azul brillante en su interior, que en el cementerio se están llevando acabo rituales nigrománticos y que tiene que volver de inmediato a su laboratorio a realizar más pruebas, en cuanto terminen en la ciudad vayan a verlo y les podrá decir cosas más concretas, acto seguido sube a su caballo y marcha rumbo a su laboratorio.

El grupo, se dispersa por la ciudad mientras el drow se encarga de llevar a cabo los trámites administrativos para poder enterrar al hombre que había muerto en la taberna, llega al edificio central de la ciudad donde la administración y el gobierno de la misma comparte edificio, y allí le dan un impreso que ha de ser rellenado por la familia del fallecido, devuelto a las oficinas, sellado allí y llevado al sepulturero para que proceda al enterramiento. El tabernero le había dicho que el hombre era un comerciante afincado en la ciudad, eso sólo podría significar que su residencia y comercio estén en la zona comercial permanente de la ciudad, donde sólo los residentes fijos en la ciudad pueden crear comercios tras inscribirse en una casa comercial. Y hacia allí se dirige, como no está seguro de su nombre o del nombre de su negocio, pregunta por la zona, y al parecer es algo conocido, su negocio era la importación y exportación de piedra y productos de canterería especializada en rocas exóticas y estaba empezando a hacerse con una cierta reputación y creciendo comercialmente, llegando a traer cargamentos más allá de Amn.

Con las señas dadas logró encontrar el hogar del hombre, le abrió la puerta una mujer de ojos llorosos que, tras una breve presentación por ambas partes, supo que era la mujer del comerciante muerto, le dio las malas nuevas sobre su marido y le entregó el papel que le habían dado en el edificio administrativo y que debía rellenar, ella le contestó que lo dejaría en manos de su letrado, le dio las gracias por las molestias y le ofreció unas monedas de oro como compensación.

El resto del grupo andaba disperso por la ciudad, el bárbaro intentando hacer de las suyas en una taberna, el pícaro no lo recuerdo y la eladrín, intentó concertar una entrevista con el mago de Selivar, cosa que le fue concedida (si mal no recuerdo) para unos días más adelante. Se volvieron a juntar y fueron a ver al nigromante...

(Con un poco de suerte, para vosotros lectores, mañana publico qué pasó finalmente)

1 comentario:

  1. Dios me cagué en la burocracia muchas veces. Lo bueno que tenía ya contactos de piedra para mi futura fortaleza. Aunque como moró poco después no me sirvió de mucho.

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