miércoles, 1 de diciembre de 2010

Deserciones en el grupo.

desertar.
(Del lat. desertāre).
1. intr. Dicho de un soldado: Desamparar, abandonar sus banderas. U. menos c. prnl.
2. intr. Abandonar las obligaciones o los ideales.
3. intr. coloq. Abandonar las concurrencias que se solían frecuentar.
4. intr. Der. Separarse o abandonar la causa o apelación.


Cuando nombré este artículo como deserción en el grupo, no me refiero al echo de que los personajes de los jugadores abandonen el grupo o la aventura, a fin de buscar otro personaje u otra aventura que les vaya mejor a sus ideas. No, me refiero a que son los propios jugadores los que deciden no volver a jugar, ¿motivos? bueno, los motivos pueden ser muy variados, pero en el caso que voy a explicar están bastante claros.

Llevo jugando a D&D alrededor de dos años, al principio éramos unos seis jugadores más el máster, al poco dos jugadores lo dejaron, con lo que quedamos cuatro jugadores y el máster, esta formación duró bastante, en una ocasión, en la que el máster había cambiado y era yo, se nos unió otro jugador, pero lo dejó al poco, también, con lo que volvimos a ser cuatro.

Después ocurrió la primera baja importante, el que casi siempre hacía de máster lo dejó, ¿motivos? bueno, algún que otro, todos ellos relacionados con él. Uno de los jugadores hizo de máster y el resto seguimos como jugadores, el que hacía de máster se cansó, con lo que se intercambió los papeles con otro jugador, no lo sabíamos, pero esto contribuiría a la segunda deserción importante del grupo, esta ocurrió por dos motivos, el primero, el que se puso a hacer de máster no sólo ignoraba las decisiones de los jugadores, también las habilidades de los personajes, para acabar, la historia no era más que un incongruente amasijo de ideas que condujeron a encontrarnos con uno conejo que hablaba y que resultó ser un semi-dios. Hay quien lo comparaba con Alicia en el País de las Maravillas, por cierto, nos metió en un laberinto en el que fuimos acosados sin descanso por monstruos que nos salían de todas partes ignorando el 22 en percepción pasiva de la elfa exploradora que llevaba.

Tras esa imposibilidad de jugar correctamente con ese máster, decidimos hacer una parada técnica, a esta parada se le sumaron ciertas incompatibilidades horarias para concretar un día para quedar, y ello llevó a la renuncia, como parte del grupo, de ese jugador (dato añadido: dado que este jugador, el único personaje serio que tuvo, fue una clériga, que fue su primer personaje, y el resto de personajes fueron caricaturas de héroes, por una parte me alegré que lo dejara).

Esta última deserción terminó de mutilar, de forma notable, el grupo, y nos llevó a una idea nada halagüeña, o buscábamos más jugadores o dejábamos de jugar.

Afortunadamente la solución llegó por parte de las amistades de un jugador del desmantelado grupo, que añadió nada más y nada menos que tres nuevos jugadores, con seis integrantes como éramos volvíamos a tener un buen grupo con el que divertirnos una tarde a la semana paseando por los mundos de Faerûn.

Ocurrió que el que hizo de máster en aquellos momentos, se desbordó y yo cogí la batuta de dirigir, desde el principio, uno de los jugadores, parecía que no se tomaba muy enserio la aventura, su excusa es que su personaje era un bárbaro y como él se había de comportar, tras limar unas asperezas ocurridas durante una reunión virtual, pareció que todo iba bien, hasta hace una semana aproximadamente.

Durante otra reunión virtual, esta creada para realizar una confrontación de pareceres respecto al devenir del grupo de personajes y aquello que yo, como máster, y ellos como jugadores, estábamos haciendo bien o mal durante las sesiones. Empecé yo a exponer mis pareceres, en ese momento, el jugador que llevaba el bárbaro, se fue de la reunión al creer que lo que estaba diciendo yo, eran una sarta de estupideces. La gota que colmó el vaso, no tenía suficiente con aguantar su manera de proceder durante las partidas, no sólo la forma de manejar su personaje, que más o menos se había calmado y era más o menos coherente, si no su forma de comportarse hacia el resto de jugadores durante la partida, si no que además tenía que aguantar su total falta de respeto hacia mi, marchándose durante mi explicación de mis pareceres, en una reunión que tenía que haber resultado ser un consenso entre todos para llegar a un mejor clima de juego.

Resultó que después de dar unas ideas generales sobre lo que creía que podrían mejorar los jugadores, intenté concretar más alguno de los problemas, y uno de estos, pasaban por ese jugador, se había marchado de la reunión, pero esto no era problema mío, si no de él, con lo que me puse a dar mi opinión y argumentar por qué la tenía. En este punto, he de añadir que uno de los jugadores era la novia del susodicho. Ella, le dijo que estábamos hablando de él, con lo que milagrosamente hizo un nuevo acto de aparición, ¿para hablar sobre lo que estábamos diciendo? no, para nada, para lanzar una crítica a la desesperada totalmente dirigida a mi, llena de bilis e insultos, ante esto un jugador lanzó una chanza (supongo que harto de la forma de ser del otro) sobre lo que decía, que llevó al que llevaba el bárbaro a lanzar una especie de ultimátum, bueno he de decir que dijo algo más que ahora no recuerdo, recuerdo mi respuesta "nadie te obliga a venir" pero no recuerdo qué había dicho él, a fin de cuentas no importa el resultado es el mismo, o nos disculpábamos yo y el jugador que lanzó la chanza ante él o no volvía a jugar, pena no me dio, nadie se iba a disculpar por algo que no merecía disculpa alguna. Lamentablemente la ausencia de este jugador, hacía que la novia no viniera, y con ella una amiga que se acaba de incorporar, por la actitud de un jugador perdimos tres. El grupo volvía a estar en vías de extinción.

Tres jugadores, son pocos jugadores, necesitábamos un cuarto, afortunadamente recluté a una amiga para intentar suplir la pérdida que habíamos tenido, resultó una gran idea, porque esa primera sesión con el nuevo grupo, resultó ser la mejor sesión en semanas, todos estaban centrados y metidos en la historia, hubo risas, buen humor y un ambiente muy agradable en el que dar rienda suelta a nuestra interpretación.

A Iker, a Jota, a Héctor y a Patricia, gracias por la sesión, por confiar en mi y por dejarme guiaros por los Reinos Olvidados, que esta última sesión sea la peor de las que están por venir.


5 comentarios:

  1. Lo primero de nada, todo se hizo en grupo, y se hizo bien.
    Hombre lo de que tres son pocos, bueno..es algo discutible, prefiero cuatro, y por supuesto los cuatro que estamos ahora (más el máster claro)
    El ultimátum de nuestro amigo bárbaro no me gustó nada, y menos mal que nadie se disculpó por pena o para que volviera. Mas que nada nadie le estaba criticando a las espaldas, estaba su moa ahí, sino quería participar y enterarse por ella es su problema, y lo fue.
    Nada más que decir buen post, aver si el resto comento

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  2. ¡Menudo culebrón tío!

    No te preocupes demasiado, las partidas con más de 3 o 4 jugadores son demasiado multitudinarias. Para mi gusto 3 jugadores está muy bien, así pueden desarrollar sus PJs y destacar cada uno de ellos con luz propia.

    Una última cosa, ¿cuál es la edad media de los jugadores? :P

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  3. Sí, seis jugadores como llegamos a ser (más yo de máster) es demasiada gente, 3 en D&D no llega a ser suficiente, pero 4 es un buen número.

    En cuanto a la edad media, la mayoría tiene 24.

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  4. No entiendo porque mucha gente hace esos comentarios de "para D&D menos de x jugadores son pocos"... no sé, para mí con un único jugador es más que suficiente para jugar a rol... para algo existen los PNJS :P

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  5. Yo también soy partidario de esa opcion, aunque si es cierto que para seguir un poco los encuentros para los que está diseñado el juego se neecsitan 4 arquetipos. Aunque soy partidario de que el master tiene el deber de moldear estoy adaptar los encuentros a las circunstancias dentro de lo posible. El problema de los PNJ es manejarlos sinceramente, pero si es cierto lo que comentas.
    Saludos

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